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Martha Jiménez: cultivadora del alma

Un sol intenso, con sus rayos de oro extendidos hasta no más, mezclado con rachas raras de viento que caracterizan a un mes como noviembre, nos acompañó paso a paso hasta la calle de General Gómez, donde radica el taller de Martha Jiménez, esa grande de las artes plásticas. El calor quedó atrás enseguida. Allí se respira un ambiente capaz de alejarle el estrés a cualquiera.


Acompañada de un grupo importante de sus obras, su ayudante y dedicada a modelar con una habilidad en sus manos digna de ver, sin parar, sólo para ser fotografiada, nos facilitó esta entrevista para darnos la oportunidad de visitar nuestro semanario dos veces a la vez; hoy, en sus páginas y desde el lunes 28, mediante una exposición en la galería Nicolás Guillén, con sede en nuestro centro, a propósito de iniciarse el Coloquio de la Prensa Escrita.

Martha Jiménez nació en San Germán, provincia de Holguín. Desde pequeñita le inquietó el arte. Le gustaba la música, el ballet, la danza con mucho movimiento, con una admiración muy especial hacia Alicia Alonso. Lo de las artes plásticas le viene en sus arterias. Dos tíos, sobre todo uno de ellos, que se dedicaba al dibujo y a la pintura, influyeron en su interés por esta manifestación artística.

"Crecí viéndolos y me ponía a dibujar, incluso, entre las primas nos dibujábamos unas a otras. Lo primero que hice fue la prueba de ingreso en la escuela de arte de Santiago de Cuba y al comenzarse la captación para los que serían los instructores de arte en 1963, me examiné e ingresé en la primera escuela de este tipo en La Habana, en mi especialidad.

"Luego de cuatro años de estudio fui seleccionada a pasar a la Escuela Nacional de Arte, tenía las condiciones y la edad requerida. Rechacé la oferta por problemas familiares, por lo que elegí el servicio social en la creación y como instructora. Pasé un curso de superación por dos años en la capital y seguida a esta etapa me quedé en Camagüey, en los años ’69, ’70".

¿Tomó agua del tinajón?

"Así mismo", dijo con una amplia sonrisa.

¿Resulta fuerte este trabajo para una mujer?

"El modelado y la escultura no son fuertes, sino muy fuertes, pero sucede que como me gusta tanto, los amo tanto, no lo siento así, sino que lo disfruto. Durante una época sólo pintaba y dibujaba, no tenía recursos y me quedaba la insatisfacción porque me gusta trabajar el volumen, el contraste de luz y sombra. Entonces hacía cosas y las guardaba.

¿Por lo general, en qué se inspira?

"En la vida misma. Saco lo bueno y lo malo que encuentro en ella. A veces saco lo bello a la luz o satirizo algo, depende de la inspiración o el mensaje a llevar. Incluso, las contradicciones me motivan, eso es algo que me atrae mucho, el no y el sí, lo negativo y lo positivo".

¿Cuál es la mejor hora para crear?

"La mañana, influye en mí la temperatura, el medio debe ser agradable, con demasiado calor el esfuerzo tiene que ser superior y sofocante".

¿Sus hijos siguieron sus pasos?

"No y sí. Le digo que no porque los tres se dedican a las ciencias, aunque con una sensibilidad artística tremenda, son estudiosos de la música, del cine, de las artes plásticas. Ellos pueden valorar en cualquiera de estos casos".

¿Dedica algún tiempo a laborar con los niños?

"Por años me dediqué a la enseñanza, estuve en la Academia Vicentina de la Torre, me encantaba, me deleitaba. En mi tiempo libre, muy poco por cierto, dedico unos minutos, por así decirlo, a niños de la comunidad, a la creación abierta.

"Lo concibo con miras a formar futuros talentos o espectadores que, no solamente observen el arte sino que sepan valorarlo. Así son transformadas actitudes ante la vida, los disciplina, resulta incalculable. Ellos vienen por voluntad propia y también he atendido casos con dificultades en el rendimiento escolar por algún que otro motivo y han mejorado enormemente y lo prueba el agradecimiento de sus padres y maestros. A esto le dedico un pedacito de mi vida".

¿Premios obtenidos?

"Son algunos; no obstante, lo que me llena es el reconocimiento de una población muy diversa, con distintas idiosincrasias; sin embargo, aprueban y admiran lo que hago. Lo mismo niños, jóvenes, adultos de Cuba y de otras latitudes. El reconocimiento a la obra es lo más importante para mí."

De todas formas sería un sacrilegio obviar los premios de la UNESCO en conjunto de obras de cerámica, en 1997, y el de FIART, del ’99, los premios o menciones de las bienales de Vasijas del Museo de Cerámica Contemporánea y de la Bienal de Cerámica de La Habana, durante los años 2004, 2005 y 2006.

¿Si comenzara de nuevo y tuviera que escoger una profesión?

"Haría lo mismo, y me dedicaría a escribir, además, me fascina. Ah, pertenecería a un grupo de danza, donde se requiera mucha expresión corporal".

¿Qué opina acerca de los instructores de arte actuales?

"Sin dudas, una buenísima idea. Ellos deben trabajar como instructores y como artistas, saber llevar las dos cosas los foguea. Tienen que ser tenaces y constantes, y sacrificarse mucho, lo mismo en la creación, la formación de los alumnos que en el estudio. En Camagüey otros artistas provienen como yo de ese tipo de enseñanza, como son Joel Jover y Lasseria.

¿Dónde ha expuesto?

"Aquí, por supuesto, en La Habana, en París, en Chile, en los Estados Unidos, Holanda, Canadá. De todas han quedado huellas y lo asombroso e impresionante para mi es la aceptación de tan disímiles y exigentes públicos".

Martha dice trabajar lo figurativo, lo costumbrista, y sobre personajes con características contemporáneas. Mantiene lo conceptual y lírico, y reconoce como sus labores más reconocidas a las costumbristas.

¿Satisfecha de lo realizado hasta ahora?

"Sí, e inconforme a la vez. Busco algo que no he confeccionado aún, el tiempo que tengo de vida no me va a alcanzar para lograrlo todo. Estoy pintando mucho, la plástica es infinita. Cada artista tiene que proponerse proyectos fuertes y constantes, todos los días, de lo contrario no eres artista.

¿Qué le legó la Plaza del Carmen?

"Todo, el resultado fue inimaginable e impresionante. En el momento en que Roberto Méndez, escritor, poeta e investigador camagüeyano fundamentó el proyecto y José Rodríguez, el director de la Oficina del Historiador de la Ciudad lo aprobó, no supuse su trascendencia y esas esculturas, inamovibles, me han hecho internacional.
"Como soy miembro de la Asociación de Estudios Latinoamericanos (LASA), que propicia un acercamiento al estudio de la sociedad, la historia, la política y la cultura en América Latina y el Caribe, estuve hace poco en Canadá en su último Congreso, y una doctora norteamericana presentó una ponencia acerca de nuestra Plaza y con una repercusión importante, devenido suceso emblemático. No hay quien visite Camagüey y deje de conocerla. Incluso, en una cadena televisiva de Canadá encontré un spot con la Plaza y mis obras".

¿Piensa en el triunfo cuando concibe su creación?

"Jamás. El día que lo premedites no lo logras. Tienes que pensarla y gustarte a ti misma, sentir uno la primera satisfacción, lo demás, si viene, sería después.

¿Quiere referirse a otro tema en específico?

"A la universalización de la enseñanza, algo fabuloso de verdad y si son las cátedras del adulto mayor, por favor, y creo, que puede insertarse el arte porque estoy segura de que transforma, modifica al ser humano, le cultiva el alma".

¿Algún premio mayor?

"El obtenido por Sofía García Estrada, mi nieta de nueve años. Ella logró hace unos días, mediante un dibujo con historietas el premio provincial y nacional de la UNICEF, Por un mundo al Derecho, eso me enorgullece".

Por: Olga Lilia Vilató.
Noviembre de 2007.
Fuente: Adelante Digital