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Serie El viaje en esculturas jimenianas o “la bendita circunstancia del agua por todas partes”

Al apreciar la vasta producción creativa de Martha Jiménez posiblemente nos toparemos con el archiconocido tema de la insularidad que más allá de una fatalidad geográfica ha representado para los artistas cubanos un beneficioso recurso creativo. Desde el propio Lezama hasta la fecha mucho y buen arte se ha cosechado alrededor del tema. Nuestros artistas han sabido subvertir el concepto a través de un discurso expresivo que suda cubanía y reafirma idiosincrasia.

Martha también se sirve de la vilipendiada circunstancia del agua por todas partes y no duda en emplear los efectos grandilocuentes en viarias de sus series jimenianas, dentro de ellas quizás la más sustanciosa es El Viaje, donde el símbolo del bote ha devenido en huella identificativa de toda su creación. Así también el mar, las alas, los peces, el monociclo, la carriola, las ruedas y el barquito de papel aparecen de manera indistinta en prácticamente la mayoría de sus series, tanto bidimensional como tridimensionalmente. Por lo tanto se puede afirmar que el tema de la insularidad es ya un aspecto recurrente de toda su obra y no se reduce a una única serie.

Desde la perspectiva de la artista, el bote permite la movilidad física que posibilita la añorada acción de viajar de los cubanos, de salir más allá de los límites físicos pero sobre todo de los espirituales. Las fronteras del alma son las más inaccesibles y paralizantes, castrantes para una mayoría considerable. Sin embargo, el imaginario de esta mujer cubana navega mar adentro o vuela, dependiendo de la ocasión, libre y velozmente, desafiando las peores barreras que se han construido jamás por los propios hombres, las mentales. Si bien es cierto que ha logrado el acompañamiento de su cuerpo en muchas de las travesías, también es verdad que las mejores las ha hecho cuando ha zarpado hacia el centro de sí misma, hacia su intenso mundo interior.

En la cerámica encuentra Martha el pretexto perfecto para su traslación en el espacio, la pieza Hacia adentro es en mi criterio la mejor lograda de la serie, luce una técnica mixta impecable y un esmaltado q completa sutilmente el discurso. La elección del metal como acompañante de la cerámica acentúa la idea de dualidad, de las polaridades, tan visitada por la artista. Dos materiales antagónicos, uno más moldeable que el otro, por separados no cumplirían con totalidad su cometido pero juntos se funden para ofrecer una visualidad verdaderamente singular y atractiva. La composición resultante es el mayor de los atinos, trasmite ritmo, movimiento y al mismo tiempo estática, desafío, riesgo y cordura.

La sensual figura femenina de Hacia adentro navega cargando consigo los elementos que la definen como cubana en cualquier rincón del planeta o de su vida: la religión, el hogar, el café, el candil rústico que la salvó de tantas noches oscuras y máquina de coser para reconfeccionar su vida personal en cualquier destino. Un elemento curioso es que los remos están colocados a la inversa, la embarcación está lista para avanzar pero sin embargo permanece detenida, sostenida por los propios remos que funcionan como pilotes de un astillero. Las manos encogidas, fundidas al cuerpo pero la cabeza está siendo galopeada por un personaje fabuloso que azota la cabellera libre para apresurar o acaso guiar el paso hacia adentro de su ser.

A la deriva por su parte, disfutable, gozosa, juguetona y naif recuerda que el andar por la vida no debe ser demasiado serio y sombrío. La voluptuosa mujer degusta y ofrece una sensual papaya mientras se lanza sin ruta prefijada en una patineta por la isla. Esta vez escoge las ruedas como símbolo de movimiento y trasiego sin importar que para ello halla que regresar a los orígenes, a la infancia, a lo lúdico. Otra vez aquí se manifiesta el virtuosismo y la creatividad de la artista a la hora de componer tridimensionalmente.

Martha en las esculturas de la serie El viaje se confirma como valiosa maestra del volumen, el movimiento y el ritmo que ha conseguido atinar en el tratamiento de luces y sombras de una manera extraordinaria. Por si fuera poco ha sabido provocar movilizaciones internas en el mundo emocional de quienes buscan apreciar su obra y finalmente conecta con el sentir de lo cubano en un lenguaje vernáculo y a la vez universal.

Por: Lic. Maydelin Leiva Delgado
MSc. en Cultura Latinoamericana
Curadora, galerista y crítica de arte